CARISMA


El carisma del “Hogar de Nazaret” nace en la Santa Madre Iglesia Católica con el deseo de ofrecer un grupo de personas que, conscientes de su bautismo, se determinan a llevarlo hasta sus más exigentes consecuencias, respondiendo a la llamada de Dios Padre que invita a imitar a su Hijo Jesucristo en la vida de pobreza, castidad y obediencia.

La vida de todos los miembros del Hogar de Nazaret ha de ser Trinitaria, viviendo en medio del mundo, pero inmersos en la corriente Trinitaria de la que sacan la luz y la fuerza para realizar su misión apostólica.

Conscientes de que el seguimiento de Cristo les lleva a una total consagración a Dios para hacerle presente en el mundo a través del testimonio personal, las palabras de Cristo: “Lo que hagáis a uno de estos mis pequeños, a mi me lo hacéis…” (Mt 25, 40), los impulsa a entregarse a su servicio.

Y es el Espíritu del Señor quien los apremia, para que dejándolo, todo, empeñen la existencia en crear y dirigir hogares cristianos que acojan y atiendan desde el amor de Cristo, sin ninguna ganancia humana, a niños y jóvenes que lo necesitan.
Servicio que se ha de realizar desde los sentimientos y actitudes del Señor “aprended de mi que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11, 29).

Es objetivo principal de este carisma es ayudar a cada niño a que descubra la grandeza de su bautismo y educarlos en una auténtica vida cristiana, conscientes de que “si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo, pero si muere da mucho fruto” (Jn 12, 24). En el servicio a los niños, los llamados deben morir a su yo para que sea Cristo quien viva en ellos y, como dice el Apóstol, “habite por la fe en nuestros corazones para que arraigados y cimentados por el amor podamos comprender y conocer el amor de Cristo que excede a todo conocimiento para que nos vaya llenando hasta la total plenitud de Dios” (Ef 3, 17-19)

La decisión de entregar la vida en un servicio total brota de la fe y de las exigencias del Evangelio, especialmente desde las enseñanzas del Hogar de Nazaret, modelo ideal de hogares cristianos.

(Mª del Prado Almagro, Constituciones de la Familia Eclesial Hogar de Nazaret, Introducción)