Ser hermano consagrado en Hogar de Nazaret es seguir a Jesús según el carisma que hemos recibido del Espíritu Santo y que depositó, en primer lugar, en manos de nuestra madre Mª del Prado. Quienes se sientan llamados a vivir este carisma han de entregarse a un seguimiento total de Jesucristo y a un servicio generoso a la Iglesia atendiendo a los niños y jóvenes y trabajando por la pastoral familiar, todo ello, alimentado por el encuentro íntimo con el Señor en la oración y en la Eucaristia.
Los hermanos de Hogar de Nazaret, profesan los tres votos propios de la Vida Consagrada: pobreza, obediencia y castidad. Viven una vida de fraternidad obedeciendo al Mandamiento Nuevo de Cristo: "Amaos unos a otros como yo os he amado" Jn 13,3.
Entre los Hermanos Consagrados, el Señor puede llamar a algunos al Sacerdocio. Quienes reciben además este precioso don de Dios, no pierden su condición de consagrados sino que sigue viviendo y participando del carisma y la misión.
También, un sacerdote diocesano puede sentirse llamado a la Vida Consagrada en Hogar de Nazaret.
Los hermanos y sacerdotes de Hogar de Nazaret viven una vida de verdadero apostolado con el sincero deseo de ganar muchas almas para Cristo. Su misión la desarrollan no sólo en sus hogares, sino que la extienden en las misiones de barrio, peregrinaciones, catequesis, campamentos, colonias...
¡¡No hay mayor regalo que poder dar la vida por Cristo y ganar muchas almas para Él!!
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